Libertad: la kriptonita de López Obrador

Doble yikes!

Octavio Enrique Abraham

10/7/2022

Ahora que ya terminó septiembre, el mes patrio (y antes de que a los diputados y senadores se les ocurra darle esa denominación al mes de noviembre, que es cuando el prócer patrio y salvador deluxe que es López Obrador cumple años), es momento de ponerse serios de nuevo. Y es que, manos, vaya que me gustaría ahorita estar en presencia de la oposición para darle algunos buenos consejazos desde la perspectiva de un ciudadano común y corriente.

Es verdad: la oposición tiene mucha, muchísima (lo cual sería una hazaña casi imposible) tarea por delante si quiere intentar, al menos, darle pelea a López y su secta…er, quiero decir, «movimiento» en el mediano plazo. Aunque de algo sí estoy seguro, y esto es lo que ojalá la oposición pudiese entenderlo: si hay algo que López odia con todo su ser, desde los tiempos de los plantones en Reforma (mucho antes, de hecho), es la libertad. Es más, pongamos esto en negritas, subrayado y en cursivas para darle énfasis, aunque caigamos en un exceso tipográfico. A ver si de esta manera la oposición cacha la idea: López odia la libertad. En específico, López odia la libertad de la ciudadanía. Es la maldita kriptonita del supermán de Macuspana.

Ahora que lo pienso, no es casualidad que haya mencionado unas líneas más arriba los famosos plantones de Reforma después de las elecciones de 2006 en las que perdió (sí, perdió, aunque le cueste aceptarlo) ante Felipe Calderón. Porque en ese entonces, López, quien había sido jefe de gobierno de lo que se conocía como Distrito Federal, odió la libertad que los ciudadanos tuvieron para elegir a Calderón como su presidente. La única forma en la que López pudo hacerle frente a este hecho fue coartando la libertad de millones de capitalinos que, por diversas razones, teníamos que transitar por dicho lugar. También, si se recuerda lo ocurrido en esos funestos tiempos, coartó la libertad de cientos de negocios, quienes tuvieron que sufrir los impactos económicos del berrinche de López.

Es decir, si López pierde, va a coartar tu libertad.

Flash forward a 2018. López, por fin, después de una serie de intentos que lo dejaban ver como el Cruz Azul de los políticos mexicanos, ganó la presidencia sin margen de duda. La ciudadanía eligió a López para ser su presidente por seis añotes. Lo que siguió, al menos en la cabeza del presidente y sus seguidores, es la rápida conversión de México en el mismísimo Jardín del Edén, con todo y nuestro propio Adán (Augusto). Pero la realidad para los que vivimos fuera del espectáculo del informe mañanero es muy diferente. Si hay un denominador común en la gestión de López es la lenta, pero segura, disminución en las libertades para los ciudadanos. A López y su gabinete (el cual, en el sentido fáctico, se puede extender hasta a sus diputados y senadores, quienes más que serviles parecen servilletas en las manos del presidente) aborrecen el hecho de que la ciudadanía tenga opciones en cualquier ámbito, ya sea en la salud, en el transporte o en la seguridad. Veamos algunos ejemplos, unos chiquitos, otros grandes, pero todos igual de graves.

A López, «el demócrata», no le gusta la idea de que la ciudadanía tenga elecciones libres organizadas por un órgano autónomo. A López, en cambio, le gusta la idea de que las elecciones las maneje el mismo Estado, como en los tiempos del PRI más rancio. Es decir, no le gusta que la gente pueda decidir por sí misma sin la mano paterna, benefactora y controladora del gobierno.

A López no le gusta la idea de que la juventud pueda tener una educación de calidad y pueda acceder a buenos empleos; de otra forma, no hubiésemos tenido a una delincuente probada como cabeza de la SEP. En cambio, le gusta que los jóvenes sean clientes de sus mil y un programas de becas.

A López no le gusta que la gente pueda transitar libremente por las calles y carreteras de México. De otra forma, habría más y mejores planes de seguridad pública para evitar delitos. En cambio, López ama el hecho de dejar la seguridad ciudadana en las manos dóciles de unas fuerzas armadas igual de serviles y dobladas ante el tlatoani mayor.

A López no le gusta que haya opciones de seguridad social de calidad. En cambio, prefiere que Gatell emprenda una cruzada contra los «consultorios de farmacia», los cuales existen porque, a falta de una mejor palabra, el sistema de salud está más fregado que una cartera cerca de la quincena.

A López no le gusta que haya más y mejores opciones en energéticos. En cambio, prefiere fortalecer los monopolios de CFE y Pemex, paraestatales que, ¡oh sorpresa!, están en manos de sus cuatachos. Para autonombrarse a cada rato como demócrata, a López vaya que le encantan los monopolios y el amiguismo, ¿eh?

Pero bueno, si algo deja en claro los ejemplos anteriores, es que, si López gana, también va a coartar tu libertad.

Así que la oposición, si en realidad quiere dar pelea en algún punto del futuro, podría comenzar por elaborar una plataforma basada en recuperar las libertades que estamos perdiendo a manos de López y su gabinete, así como mantener las que aún tenemos. Lo que necesitamos son más libertades, no menos. Porque, de seguir así, vamos a terminar sin tener la opción de la tan anhelada y sufrida alternancia que tuvimos en el año 2000. Y eso es algo que no podemos permitir.